martes, 20 de diciembre de 2011
Casi Navidad
viernes, 9 de diciembre de 2011
Sobre cultura política y literaria en México
viernes, 7 de octubre de 2011
Sobre escritura.
miércoles, 24 de agosto de 2011
Incorrecciones fragmentarias.
El otro invierno
Al amanecer las casas se habían esfumado. Toda la extensión del mundo se había convertido en una estepa desolada o, por lo menos, eso era lo que percibía. Me baje de la cama. Afortunadamente seguían en su lugar las chanclas. Luego empecé a sentir el aire.
Triángulo
Ella dejo de amarme. Y en las cárceles en las que entonces me encontraba comenzó a resultarme atractiva la soledad. Una noche me hice de las cintas de un zapato. Las até de un barrote y comencé a besarme con la Muerte. En medio de los últimos espasmos de su lascivo abrazo, me di cuenta lo excitante que es un triángulo amoroso cuando se termina el tiempo.
Marxismo
Siempre me causó estupor la relación entre las apretadas columnas de letras del Capital y Los Cuadernos de la Cárcel con el coraje de un estudiante levantando el puño y con la foto de Dubcek. Ahora que los vendo al dos por uno frente al Palacio de Bellas Artes entiendo que logran una sensación que difícilmente Friedman podrá lograr.
Barroco I
No entienden que esos pliegues, esas sombras, esos desbordamientos son el estruendo de la materia con el pretexto de Dios.
Futbol
Mis amigas no entienden la fascinación masculina por el futbol. Es el placer de una guerra sin muertos, rica en calorías y con ellas al final de la jornada pidiéndonos atención.
Economía neoclásica
Es como esos edificios inteligentes. Abundantes cristales, semejan frías agujas luminosas desde la lejanía. Te acercas, miras con cuidado y te percatas de que no producen nada.
Filias
No hay mayor obsesión sexual que el ocultamiento del cuerpo.
Fragmentación
En medio del debate entre los colectivos de homosexuales revolucionarios radicales y las feministas radicales revolucionarias, nadie se percató que los hijos de puta ortodoxos y unitarios seguían al mando.
domingo, 24 de julio de 2011
Espacios.
Por estos días la ciudad empieza a cobrar un cariz un poco distinto al de siempre. La universidad se encuentra de vacaciones, al igual que el resto de las escuelas. Es más común encontrar a los muchachos en las calles y a las extranjeras tomando el sol en el lado descubierto de la banqueta.
En cierta forma, los tiempos usuales se diluyen. Ya no tengo que estar planeando mis clases ni tengo la presión por ubicar textos que puedan ayudar en esa misión casi imposible de ofrecer el lado vivo de una rama del conocimiento que está en conflicto expreso con el ansía de conocimiento instantáneo y sin costos que priva en el imaginario social de un pueblo tras casi treinta años de neoliberalismo.
Puedo sentarme en mi silla con una taza de café y observar cómo el techo de La Casa de los Muñecos tiene un efecto visual similar al oleaje muy propio del barroco. Puedo ir buscando casonas semiderruidas del fin del XIX o libros antiguos. Incluso los visitantes, en su premura por atrapar lo “esencial” de la ciudad me resultan interesantes. No hay tal, la ciudad no se entrega tan fácil.
En mi caso, hay una paradoja interesante. Si bien he vivido en Puebla desde siempre, nunca me he sentido poblano. Por otro lado, mis estancias en el DF no me resultaron tan demandantes en el sentido de que vivía en esa otra urbe intramuros que es C.U. En cambio, mi estancia en Aguascalientes si trastocó completamente mi manera de relacionarme con mi espacio. De mis tradicionales viajes desde la orilla del mar natal en Veracruz a la urbe inmensa, no quedo nada. Simplemente no tenía asideros mentales para una ciudad nueva, mediterránea, tan distinta a mis espacios formativos.
Muchas veces, al hablar del pasado colonial con mis alumnos quería echar mano del viejo edificio que conocí cuando niño, del viejo cristo macerado que veía todos los domingos. No estaban. Y pese a estar en un espacio católico, su catolicismo no era el mío. Todo parecido, pero diferente. Podía trasladarme a Zacatecas o a Guanajuato – ciudades donde tengo amigos e historias-. Y era lo mismo. De alguna manera parecía que necesitaba armar mi vida en tríadas – Veracruz, Puebla, México/ Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas- para poder más o menos entender el orden de los espacios, las diferencias culturales, sociales y étnicas de algo que, según todos, era un mismo país.
Creo que regrese con la vista limpia, renovada. Todavía no he podido apoderarme de otro espacio, el que representa el Sureste, ese corredor que empieza en Veracruz, sigue en Oaxaca y termina en Chiapas y que representa mi otra raíz. Sin embargo, estoy tranquilo, esperando la oportunidad.
jueves, 23 de junio de 2011
Mediterráneo
1
El desierto. Una línea enorme en el horizonte. El cielo recubierto de estrellas. Son las tres de la mañana. Un jerbo orejudo salta entre las rocas. De repente, siente algo. Levanta la naricilla nerviosa. Algo pasa rápidamente. Nervioso, salta a la madriguera. En el horizonte se ve la luz que se aleja.
2
El agua de mar. Una línea ondulada que viene y va. Viene y va. La otra noche llegaron. Ellos no te vieron. Tú puedes verlos porque conoces la isla. En cierta forma es tu isla, el cielo es tu cielo y esas cabras salvajes son tus cabras. No sabes quienes son. Llegaron extenuados. A duras penas alcanzaron la pequeña bahía. Ahora los ves. No sabes si ayudarlos o quedarte así. Mirando. Vienen mal. Tu padre sabría qué hacer. Te retiras. No es bueno ser visto.
3
El mar. El mar es una línea que se funde con el cielo en el horizonte. Todavía no calienta el sol. Estas en esta playa, todavía hace fresco y te preguntas como llegaste ahí. Anoche estuviste revisando un artículo poco común. Una filóloga argentina dice que encontró evidencia de familias moriscas que embarcaban desde el otro lado del Mediterráneo e intentaban llegar a tierra firme. Dice que algunas volcaron, que otras apenas llegaban para ser apresadas y vendidas como esclavos. Ves de nuevo hacia el mar. Tomas tu sombrero y te alejas caminando hacia la casa.
4
Las estrellas. Recuerdas cuando eras niña y mirabas las estrellas. Era un irse de esta realidad tan pequeña, tan limitada. A veces esperabas ver una estrella fugaz. Tu madre te llamaba desde la casa. Era malo tomar el fresco. Pero tú lo disfrutabas. Disfrutabas como el cielo iba poco a poco oscureciendo. Veías hacía arriba y pensabas en la Vía Láctea. Tu madre te había contado la historia del camino de leche. Imaginabas a Hércules salpicando leche y a la diosa molesta. Pero no. Era el camino de leche. Tu mitología era solo una lámina en el libro y las palabras de tu madre.
5
Los bereberes. Tu maestro siempre uso su nombre para compararlo con el de los barbaros. Ber-ber-ber sonaban esos pueblos del interior para el lector del Corán. Bar-bar-bar sonaban esos pueblos del interior para el amante de la tragedia. Recordabas, eso sí, su silueta robusta y amable, su rostro rubicundo, la memoria de tantos pueblos y tantas lenguas.
6
Borges imagino un laberinto construido por un monarca tiránico. Contó como el prisionero escapaba y luego colocaba al tirano en otro laberinto de arena sin límites. Lo que no imaginó fue un laberinto conformado por el mar embravecido, otro hecho de arena, uno más construido por el despotismo de los hombres con esos dos. El resto de la historia está por contarse.
jueves, 9 de junio de 2011
Panorama previo a la batalla en el interior de México
1) No, no interesa de momento el Estado de México. Ya habrá momento y lugar de mencionarlo, una vez que la situación se defina.
2) Lo interesante son las entidades donde se consolidan los gobiernos fruto de las alianzas electorales – en realidad grupos políticos locales, sin una verdadera vinculación con los partidos que los postularon-. Estos gobiernos presentan en general un aspecto de consolidación de las figuras electas, con distintos grados de dominio.
3) Oaxaca es el estado que presenta una mayor inestabilidad. Esta inestabilidad, no es el fruto de la fortaleza del priismo, sino más bien de las inercias y los agravios acumulados en años recientes. El verdadero conflicto se da entre el poder ejecutivo y el entramado de poderes fácticos de las distintas regiones. Con todo, el conflicto social parece desarrollarse en los márgenes de lo manejable.
4) Puebla presenta un ejecutivo fuerte, sin figuras políticas que le hagan sombra o le sirvan de contrapeso. Sin embargo, el aparato de estado parece no estar operando a su total capacidad, la transición encuentra a una clase política y administrativa que fue devorada por los excesos del marinismo y que, ante la novedad del cambio de signo político, parece no caminar a un ritmo uniforme.
5) Sinaloa se ve fuera del foco nacional. Las heladas del primer semestre del año y la sombra del narco son las únicas notas que de cuando en cuando aparecen en los medios. De lejos, parece existir un cierre de filas de las fuerzas políticas locales.
6) Todas estas entidades muestran ser favorecidas por el titular del ejecutivo. En todas ellas se anticipa el surgimiento de un fenómeno similar al chiapaneco, donde una élite local se arropa en una alianza y, pese a su origen priista, al final del sexenio resulta ser relativamente autónoma a los referentes nacionales, lista a acomodarse a la coyuntura, entre gris y atigrada en la tarde-noche de la transición.
7) La economía se puede convertir en una pesada loza para las clases dirigentes. El hecho de que no haya crisis no obsta para que un sentimiento de desesperanza y pesimismo se vaya extendiendo. Las protestas sociales europeas y árabes no son producidas por el twitter, sino por la imposibilidad de acceder a una vida digna o, más bien, a una vida en la que se puedan satisfacer algunas de las pretensiones que una cultura consumista identifica como el éxito social. Entre la exaltación del consumismo y la falta real de oportunidades es donde la exasperación y el ansia de ascenso social pueden convertirse en el acicate de un cambio que por imprevisible, en el fondo es temido por las élites. El twitter en este caso sólo sirve de espoleta, pero el explosivo viene de lejos y es abundante. Por cierto, la crisis se expresará a nivel federal, cuando los excluidos o incómodos con los acuerdos a nivel entidad puedan articular sus exigencias y el poder ejecutivo federal se encuentre de nuevo débil.
domingo, 22 de mayo de 2011
La hora de la verdad en España
Mientras escribo estas líneas en España terminan las elecciones. El vuelco a favor del PP parece contrastar vivamente con la expectativa abierta por las concentraciones de la Plaza del Sol. Lamentablemente es un fenómeno bastante conocido en México. Pese a lo multitudinario que pueda ser una concentración, ésta no tiene una mayor incidencia en los resultados electorales. Más bien, es indicativa de un proceso mucho más lento, de profunda transformación de las prioridades de la ciudadanía y de sus maneras de hacer política.
Mientras el ciudadano que se congrega en una plaza pide un cambio, expresa una insatisfacción, muestra un rechazo, no tiene un programa unificador, una exigencia que permita convertir ese malestar en un cambio concreto. En la concentración, en la manifestación, se toma consciencia de otras formas de hacer política, de otras visiones de la realidad, incluso puede determinarse el rumbo de una existencia individual. Fuera de la plaza, el mundo de los acuerdos, todo ese entramado que en cualquier país constriñe a la soberanía popular a una mera fuente de legitimidad y no a una presencia actuante de la vida social, sigue operando. Ni la manera de operar del F.M.I. ni de la O.T.A.N. está sujeta a una democratización o un escrutinio. Su operación supera el espacio estatal donde lo popular se expresa. El verdadero problema a la larga, es que estas manifestaciones dejan a esa serie de acuerdos, de aparatos discursivamente montados en la idea de la soberanía popular, desprovistos de legitimidad. Es entonces cuando la hora de la verdad ha sonado, ya que las autoridades recién electas no van a administrar el consenso sino a lidiar con una exigencia de transición, per se indefinida y altamente crítica con lo existente. Retomando una parábola recurrente, tras un movimiento como el que se vive en España, una cierta forma de ver lo político se encuentra erigida sobre arena. En una de esas, es todo el aparato estatal.
lunes, 21 de febrero de 2011
Amaneceres. Egipto y México
A este polo – necesariamente ideal, en los hechos necesariamente cruzado por contradicciones y matices- se contrapone una nueva actitud. ¿Qué la caracterizaría a mi juicio? Veo una mayor horizontalidad, un cierto desparpajo, un desapasionamiento que no necesariamente es apatía como los críticos a las nuevas generaciones suelen ver. No se trata de algo ideológico – aún-, pero desde otra dimensión, aquella que expresa lo político en lo cotidiano, puede a la larga ser tan catastrófico para la pirámide mexicana de poder como lo fue para la egipcia. La diferencia, creo yo al ver a mis alumnos, a los preparatorianos y a tanta juventud bullendo más allá del sicariato y la inopia institucional, es que esa aparente despolitización y no organización incluye la formación paralela de formas más horizontales, más flexibles, menos ostentosas de ejercer las libertades, conformar las opiniones y a la larga, de un modo difuso y paulatino, de ejercer el poder.
No creo, sin embargo, que un día me despierte con un presidente huyendo a Miami o a La Habana. Más bien, creo que alguien despertará, algún día, en un país donde el vigor de la sociedad haga de la figura presidencial algo tan relevante como la figura del rey de Inglaterra. Y en esa medida jefes, maestros, sacerdotes, maestras, jefas y religiosas( por decir algo) más humanas en su trato y aspiraciones que la constelación de sátrapas de todo signo que suele caracterizar la vida pública y privada del país.
lunes, 17 de enero de 2011
El dia después
domingo, 16 de enero de 2011
La despedida y el inicio
No sé qué pasó para que esto ocurriera. Sí, me lo han narrado. Si, sé que hubo golpes. Y me llega a la memoria la huelga de la UNAM. Un movimiento justo en su momento que terminó en la ocupación de C.U. por la Policía Federal Preventiva. Entre ambos momentos medio la desproporción entre los fines y los medios. Si se había aceptado el retirar el alza de cuotas y tantas otras medidas, ¿por qué no levantar el paro?
Algo de eso veo en la toma de la facultad. Las razones para la marcha son válidas, la protesta por la violencia, también. Pero la toma, conforme pasa el tiempo parece más y más desproporcionada.
En un aspecto no. Está a punto de cambiar el gobierno del Estado. Es una paulatina liberación. De la prensa a modo, de gente que le veía dotes de estadista a un gobernador oscuro, de las revistas de sociales invadidas por recién llegados en plena ostentación. La toma quizá sirva de catarsis para poner sobre la mesa temas que sólo se planteaban en voz baja. Se trata de un sector –el estudiantil- que desde hace mucho se veía forzado a ser espectador de los hechos.
Es bueno el entusiasmo, la voluntad de cambio, el ansia de romper el marasmo. Pero esas fuerzas deben manifestarse en la Universidad y en sus instancias. O en la lucha política de manera acorde a los retos que se plantean. No hace falta cerrar las instalaciones de la Universidad. Todos estamos entendiendo que una época está comenzando. No el morenovallismo, sino más bien el despertar de una ciudadanía aterida. Y esa es la mejor manera de despedir este gobierno.