Salgo de la ciudad de Zacatecas. La luna asciende frente a mí y poco a poco inunda la planicie. La superficie rocosa del terreno es nueva para mí. La transparencia fría del cielo me cala los huesos. Hacia mi derecha veo la sombra de las yucas y los matorrales, siluetas recortándose en un fondo dorado que cada vez se debilita más. A la izquierda, la luna asciende más y más. Es un momento de plasticidad cósmica. Me descubro cambiando de asiento en el autobús: cada segundo, cada minuto la luminosidad cambia, "piramidal oscura" llego a recordar pero no quiero perderme en la maraña de mi mente cuando los búhos y las estrellas comienzan a desperezarse.
Este es un nuevo camino. La piedra verdosa de Zacatecas venía anunciándomelo desde hace años. No necesito brincar entre las piedras o pisar una cascabel para saber que el momento es otro. La luna muestra sus atributos múltiples de diosa - magia, conejo y hechizo-allá arriba. Es un nuevo momento y amerita marcarse en un camino diferente.
Este es un nuevo camino. La piedra verdosa de Zacatecas venía anunciándomelo desde hace años. No necesito brincar entre las piedras o pisar una cascabel para saber que el momento es otro. La luna muestra sus atributos múltiples de diosa - magia, conejo y hechizo-allá arriba. Es un nuevo momento y amerita marcarse en un camino diferente.
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