En el grabado se aprecia un triangulo de construcciones – palacios, fortificaciones, casas habitación-. Al frente distintas embarcaciones enfrentan la marea, mientras que en las colinas detrás de la ciudad se observan huertos y caseríos. Es el Argel del siglo XVII en un grabado que comparte con los asistentes al XX Coloquio Cervantino, Adriana Lassel, escritora chilena establecida en Argelia desde la década de los sesentas y testigo privilegiado de las transformaciones de este país del Magrehb.
Argel en particular es un territorio que se menciona frecuentemente en el Coloquio. Hace un par de años, Sergio Fernández compartía con los asistentes las primeras conclusiones de un trabajo de investigación por el Mediterráneo cervantino. Precisamente los baños de Argel – espacios de reclusión para los cristianos reducidos a esclavitud en el puerto berberisco- eran uno de los destinos de su indagación.
Adriana Lassel tiene otra preocupación. Quiere disipar, no el aura de leyenda, sino la densa nube de prejuicios. Estos pueden ser sobre Cervantes, sobre Argel o sobre Argelia. La lejanía, las leyendas, las ganas de leer lo que no esta ni en el texto ni en el mapa, todo conspira para generar ilusión más allá del texto y más allá de ese otro texto infinito que es la realidad.
Argel aparece como una ciudad serpenteante, llena de rincones oscuros que son el mejor recurso para sobrevivir al sol mediterráneo. Es una ciudad en un jardín, un jardín bordeado de muros y, en el siglo XVI, un hervidero de esclavos. La complejidad de la sociedad de la época se nos escapa. Peor aun, aquello que pudo haber sobrevivido del mundo islámico en nosotros o de nosotros en las culturas norafricanas, también se nos escapa.
Las imágenes del puerto argelino despiertan en mí una duda que solo puede generarse en México. Argelia es también una colonia de Francia a partir del siglo XIX. Un Argel sin murallas por la artillería francesa no deja de ser atractivo para la reflexión de un mexicano o un francés. ¿Qué futuro habrían tenido estos tres espacios – México, Francia, Argelia- de haberse consumado la intervención de Napoleón III en 1862? Ahora recuerdo que hubo argelinos e incluso egipcios participando en esa aventura que fue el Segundo Imperio Mexicano.
¿Se leerá Noticias del Imperio en la Argelia de hoy? ¿Qué líneas de la historia y la cultura argelina y mexicana se entrecruzan inadvertidamente? Mientras estas disquisiciones me asaltan, Cervantes pide desde lejos mi atención. Adriana Lassel ha terminado su ponencia. Y si, Guanajuato se parece mucho a esa ciudad amurallada de las fotos y grabados. Sólo le falta un mar.
Argel en particular es un territorio que se menciona frecuentemente en el Coloquio. Hace un par de años, Sergio Fernández compartía con los asistentes las primeras conclusiones de un trabajo de investigación por el Mediterráneo cervantino. Precisamente los baños de Argel – espacios de reclusión para los cristianos reducidos a esclavitud en el puerto berberisco- eran uno de los destinos de su indagación.
Adriana Lassel tiene otra preocupación. Quiere disipar, no el aura de leyenda, sino la densa nube de prejuicios. Estos pueden ser sobre Cervantes, sobre Argel o sobre Argelia. La lejanía, las leyendas, las ganas de leer lo que no esta ni en el texto ni en el mapa, todo conspira para generar ilusión más allá del texto y más allá de ese otro texto infinito que es la realidad.
Argel aparece como una ciudad serpenteante, llena de rincones oscuros que son el mejor recurso para sobrevivir al sol mediterráneo. Es una ciudad en un jardín, un jardín bordeado de muros y, en el siglo XVI, un hervidero de esclavos. La complejidad de la sociedad de la época se nos escapa. Peor aun, aquello que pudo haber sobrevivido del mundo islámico en nosotros o de nosotros en las culturas norafricanas, también se nos escapa.
Las imágenes del puerto argelino despiertan en mí una duda que solo puede generarse en México. Argelia es también una colonia de Francia a partir del siglo XIX. Un Argel sin murallas por la artillería francesa no deja de ser atractivo para la reflexión de un mexicano o un francés. ¿Qué futuro habrían tenido estos tres espacios – México, Francia, Argelia- de haberse consumado la intervención de Napoleón III en 1862? Ahora recuerdo que hubo argelinos e incluso egipcios participando en esa aventura que fue el Segundo Imperio Mexicano.
¿Se leerá Noticias del Imperio en la Argelia de hoy? ¿Qué líneas de la historia y la cultura argelina y mexicana se entrecruzan inadvertidamente? Mientras estas disquisiciones me asaltan, Cervantes pide desde lejos mi atención. Adriana Lassel ha terminado su ponencia. Y si, Guanajuato se parece mucho a esa ciudad amurallada de las fotos y grabados. Sólo le falta un mar.
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