Hay momentos en que sólo escribo por escribir. Hoy, por ejemplo, llene varias páginas de una libreta profesional de algo que espera ser publicado algún día. Igualmente, pienso recopilar mis textos dispersos e intentar darles algún orden. Sucede que al contacto con mis alumnos, y con algunas buenas publicaciones que atesoré durante los últimos años, me doy cuenta de que quiero retomar mi faceta de autor. La que me llevo a estudiar algo que francamente no estaba ranqueado correctamente en el top ten del pensamiento familiar. A estas alturas del partido, no puedo pasar por alto que son mis gustos y mis anhelos el entramado secreto que guía mis actividades presuntamente más consciente. El no publicar, el no tener listo un texto de ficción o no ficción para su publicación, me hace sentir vacío, baldado de alguna íntima forma. Eso me causa más escozor que no tener auto. Y aquí estoy, dueño de páginas inéditas y un profundo deseo de continuar.
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