Siberia emocional
Casi es imposible resistirse a la tristeza a principios de año. Uno puede plantearse escribir una novela o poesía confiando en que ese sentimiento le dará eficacia. Lo normal es que acabe uno escribiendo como viejito en asilo soviético: quejándose de las carencias, el mal trato, el despotismo y el hecho irrefutable de que ese asilo hace veinte años que es ruso como en su momento se deseo ardorosamente.
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